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20 Trucos sobre electricidad - 6 - 48-12

La historia de la electricidad se refiere al estudio de la electricidad, al descubrimiento de sus leyes como fenómeno físico y a la invención de instrumentos para su uso práctico. Como asimismo se denomina electricidad a la rama de la ciencia que estudia el fenómeno y a la rama de la tecnología que lo aplica, la historia de la electricidad es la rama de la historia de la ciencia y de la historia de la tecnología que se encarga de su surgimiento y evolución. El fenómeno de la electricidad se ha estudiado desde la antigüedad, mas su estudio científico empezó en los siglos XVII y XVIII. A fines del siglo XIX, los ingenieros lograron aprovecharla para empleo doméstico e industrial. La rápida expansión de la tecnología eléctrica la transformó en la columna vertebral de la sociedad industrial moderna.3​

Mucho antes de que existiera algún conocimiento sobre la electricidad, la humanidad era siendo consciente de las descargas eléctricas producidas por peces eléctricos. Textos del Viejo Egipto que datan del dos mil setecientos cincuenta a. de C. se referían a estos peces como «los tronadores del Nilo», descritos como los protectores de los otros peces. Posteriormente, los peces eléctricos también fueron descritos por los romanos, griegos, árabes, naturalistas y físicos.4​ Autores viejos como Plinio el Viejo o Escribonio Largo,5​6​ describieron el efecto adormecedor de las descargas eléctricas producidas por peces eléctricos y rayas eléctricas. Además, sabían que estas descargas podían trasmitirse por materias conductoras.7​ Los pacientes de enfermedades como la gota y el cefalea se trataban con peces eléctricos, con la esperanza de que la descarga pudiese curarlos.6​ La primera aproximación al estudio del rayo y a su relación con la electricidad se atribuye a los árabes, que ya antes del siglo XV tenían una palabra para rayo (raad) aplicado a la raya eléctrica.

En culturas viejas del Mediterráneo se sabía que al frotar algunos objetos, como una barra de ámbar, con lana o bien piel, se obtenían pequeñas cargas (efecto triboeléctrico) que atraían pequeños objetos, y frotando mucho tiempo podía ocasionar la aparición de una chispa. Cerca de la vieja ciudad griega de Magnesia se encontraban las llamadas piedras de Magnesia, que incluían magnetita y los antiguos griegos observaron que los trozos de este material se atraían entre sí, y también a pequeños objetos de hierro. Las palabras magneto (equivalente en castellano a imán) y magnetismo derivan de ese topónimo. Cara el año 600 a. de C., el pensador heleno Semejantes de Mileto hizo una serie de observaciones sobre electricidad estática. Concluyó que la fricción dotaba de magnetismo al ámbar, al contrario que minerales como la magnetita, que no necesitaban frotarse.8​9​10​ Tales se equivocó al opinar que esta atracción la generaba un campo magnético, si bien más tarde la ciencia probaría la relación entre el magnetismo y la electricidad. Conforme una teoría discutida, los partos podrían haber conocido la electrodeposición, basándose en el descubrimiento en mil novecientos treinta y seis de la batería de la urbe de la ciudad de Bagdad ,11​ similar a una celda voltaica, aunque es dudoso que el instrumento fuera de naturaleza eléctrica.12​

Esas especulaciones y registros fragmentarios fueron el tratamiento prácticamente exclusivo (con la notable salvedad del empleo del magnetismo para la brújula) que hay desde la Antigüedad hasta la Revolución científica del siglo XVII; si bien todavía entonces pasaba Oferta Termos Electricos por ser poco más que una curiosidad para mostrar en los salones. Las primeras aportaciones que pueden comprenderse como aproximaciones consecutivas al fenómeno eléctrico fueron realizadas como William Gilbert, que realizó un estudio cauteloso de electricidad y magnetismo. Distinguió el efecto producido por trozos de magnetita, de la electricidad estática producida al frotar ámbar.10​ Además, acuñó el término neolatino electricus (que, por su parte, procede de ήλεκτρον [elektron], la palabra griega para ámbar) para referirse a la propiedad de atraer pequeños objetos tras haberlos frotado.13​ Esto originó los términos eléctrico y electricidad, que aparecen por vez primera en mil seiscientos cuarenta y seis en la publicación Pseudodoxia Epidemica de Thomas Browne.14​

Esos estudios fueron seguidas por investigadores sistemáticos como von Guericke, Cavendish,15​16​ Du Fay,17​ van Musschenbroek18​ (botella de Leyden) o William Watson.19​ Las observaciones sometidas a procedimiento científico comienzan a dar sus frutos con Galvani,20​ Volta,21​ Coulomb22​ y Franklin,23​ y, ya a principios del siglo XIX, con Ampère,24​ Faraday25​ y Ohm. Los nombres de estos pioneros terminaron bautizando las unidades el día de hoy utilizadas en la medida de las distintas magnitudes del fenómeno. La comprensión final de la electricidad se consiguió recién con su unificación con el magnetismo en un solo fenómeno electromagnético descrito por las ecuaciones de Maxwell (mil ochocientos sesenta y uno-1865).26​

Los desarrollos tecnológicos que produjeron la Primera Revolución Industrial no usaron la electricidad. Su primera aplicación práctica generalizada fue el telégrafo eléctrico de Samuel Morse (1833) —precedido por Gauss y Weber, 1822—, que revolucionó las telecomunicaciones.27​ La generación industrial de electricidad comenzó partir del cuarto final del siglo XIX , cuando se extendió la iluminación eléctrica de las calles y de las viviendas. La creciente sucesión de aplicaciones de esta forma de energía hizo de la electricidad una de las primordiales fuerzas motrices de la Segunda Revolución Industrial.28​ Más que de grandes teóricos como lord Kelvin, fue el instante de grandes ingenieros e inventores, como Gramme,29​ Tesla, Sprague, Westinghouse,30​ von Siemens31​ Graham Bell,32​ y, sobre todo, Alva Edison y su revolucionaria manera de comprender la relación entre investigación científico-técnica y mercado capitalista, que transformó la innovación tecnológica en una actividad industrial.33​34​. Los consecutivos cambios de paradigma de la primera mitad del siglo veinte (relativista y cuántico) estudiarán la función de la electricidad en una nueva dimensión: atómica y subatómica.

Multiplicador de tensión Cockcroft-Walton usado en un acelerador de partículas de 1937, que alcanzaba un millón de voltios.

La electrificación no sólo fue un proceso técnico, sino más bien un verdadero cambio social de implicaciones extraordinarias, empezando por el alumbrado y siguiendo por todo género de procesos industriales (motor eléctrico, metalurgia, refrigeración...) y de comunicaciones (telefonía, radio). Lenin, durante la Revolución bolchevique, definió el socialismo como la suma de la electrificación y el poder de los soviets,35​ pero fue sobre todo la sociedad de consumo que nació en los países capitalistas, la que dependió en mayor medida de la utilización doméstica de la electricidad en los electrodomésticos, y fue en estos países donde la retroalimentación entre ciencia, tecnología y sociedad desarrolló las complejas estructuras que dejaron los presentes sistemas de I+D e I+D+I, en que la iniciativa pública y privada se interpenetran, y las figuras individuales se diluyen en los equipos de investigación.

La energía eléctrica es esencial para la sociedad de la información de la tercera revolución industrial que se viene generando desde la segunda mitad del siglo XX (transistor, TV, computación, robótica, internet...). Únicamente puede comparársele en relevancia la motorización dependiente del petróleo (que también es extensamente usado, como los demás comburentes fósiles, en la generación de electricidad). Los dos procesos demandaron cantidades cada vez mayores de energía, lo que está en el origen de la crisis energética y medioambiental y de la busca de nuevas fuentes de energía, la mayor parte con inmediata utilización eléctrica (energía nuclear y energías opciones alternativas, dadas las restricciones de la tradicional hidroelectricidad). Los problemas que tiene la electricidad para su almacenamiento y transporte a largas distancias, y para la autonomía de los aparatos móviles, son desafíos técnicos todavía no resueltos de forma suficientemente eficiente.

El impacto cultural de lo que Marshall McLuhan llamó Edad de la Electricidad, que seguiría a la Edad de la Mecanización (por comparación a de qué forma la Edad de los Metales prosiguió a la Edad de Piedra), radica en la muy, muy alta velocidad de propagación de la radiación electromagnética (trescientos cero km/s) que hace que se perciba de forma prácticamente instantánea. Este hecho acarrea posibilidades ya antes inimaginables, como la simultaneidad y la división de cada proceso en una secuencia. Se impuso un cambio cultural que procedía del enfoque en «segmentos especializados de atención» (la adopción de una perspectiva particular) y la idea de la «conciencia sensitiva instantánea de la totalidad», una atención al «campo total», un «sentido de la estructura total». Se hizo evidente y prevalente el sentido de «forma y función como una unidad», una «idea integral de la estructura y configuración». Estas nuevas concepciones mentales tuvieron gran impacto en todo tipo de ámbitos científicos, educativos e inclusive artísticos (por servirnos de un ejemplo, el cubismo). En el campo de lo espacial y político, «la electricidad no centraliza, sino que descentraliza... mientras que el ferrocarril requiere un espacio político uniforme, el avión y la radio permiten la mayor discontinuidad y diversidad en la organización espacial

Las respuestas a tus dudas sobre electricidad - 1010 - 84-98

La historia de la electricidad se refiere al estudio de la electricidad, al descubrimiento de sus leyes como fenómeno físico y a la invención de instrumentos para su uso práctico. Como asimismo se denomina electricidad a la rama de la ciencia que estudia el fenómeno y a la rama de la tecnología que lo aplica, la historia de la electricidad es Instalador Calderas Gas la rama de la historia de la ciencia y de la historia de la tecnología que se ocupa de su surgimiento y evolución. El fenómeno de la electricidad se ha estudiado desde la antigüedad, pero su estudio científico empezó en los siglos XVII y XVIII. A fines del siglo XIX, los ingenieros consiguieron aprovecharla para uso doméstico e industrial. La veloz expansión de la tecnología eléctrica la transformó en la columna vertebral de la sociedad industrial moderna.3​

Mucho antes de que existiese algún conocimiento sobre la electricidad, la humanidad era consciente de las descargas eléctricas producidas por peces eléctricos. Textos del Viejo Egipto que datan del 2750 a. de C. se referían a estos peces como «los tronadores del Nilo», descritos como los protectores de los otros peces. Posteriormente, los peces eléctricos también fueron descritos por los romanos, helenos, árabes, naturalistas y físicos.4​ Autores antiguos como Plinio el Viejo o Escribonio Largo,5​6​ describieron el efecto adormecedor de las descargas eléctricas producidas por peces eléctricos y rayas eléctricas. Además de esto, sabían que estas descargas podían trasmitirse por materias conductoras.7​ Los pacientes de enfermedades como la gota y el dolor de cabeza se trataban con peces eléctricos, con la esperanza de que la descarga pudiera sanarlos.6​ La primera aproximación al estudio del rayo y a su relación con la electricidad se atribuye a los árabes, que antes del siglo XV tenían una palabra para rayo (raad) aplicado a la raya eléctrica.

En etnias viejas del Mediterráneo se sabía que al frotar algunos objetos, como una barra de ámbar, con lana o piel, se conseguían pequeñas cargas (efecto triboeléctrico) que atraían pequeños objetos, y frotando un buen tiempo podía ocasionar la aparición de una chispa. Cerca de la vieja ciudad griega de Magnesia se hallaban las llamadas piedras de Magnesia, que incluían magnetita y los antiguos griegos observaron que los trozos de este material se atraían entre sí, y asimismo a pequeños objetos de hierro. Las palabras magneto (equivalente en castellano a imán) y magnetismo derivan de ese topónimo. Cara el año 600 a. C., el pensador heleno Tales de Mileto hizo una serie de observaciones sobre electricidad estática. Concluyó que la fricción dotaba de magnetismo al ámbar, al contrario que minerales como la magnetita, que no necesitaban frotarse.8​9​10​ Semejantes se confundió al pensar que esta atracción la generaba un campo imantado, aunque más tarde la ciencia probaría la relación entre el magnetismo y la electricidad. Según una teoría discutida, los partos podrían haber conocido la electrodeposición, basándose en el descubrimiento en 1936 de la batería de Bagdad,11​ similar a una celda voltaica, aunque es incierto que el instrumento fuera de naturaleza eléctrica.12​

Esas especulaciones y registros fragmentarios fueron el tratamiento casi exclusivo (con la notable salvedad del empleo del magnetismo para la brújula) que hay desde la Antigüedad hasta la Revolución científica del siglo XVII; si bien todavía entonces pasaba por ser poco más que una curiosidad para enseñar en los salones. Las primeras aportaciones que pueden entenderse como aproximaciones consecutivas al fenómeno eléctrico fueron efectuadas como William Gilbert, que realizó una investigación cuidadoso de electricidad y magnetismo. Diferenció el efecto producido por pedazos de magnetita, de la electricidad estática producida al frotar ámbar.10​ Además de esto, acuñó el término neolatino electricus (que, por su parte, proviene de ήλεκτρον [elektron], la palabra griega para ámbar) para referirse a la propiedad de atraer pequeños objetos tras haberlos frotado.13​ Esto originó los términos eléctrico y electricidad, que aparecen por vez primera en mil seiscientos cuarenta y seis en la publicación Pseudodoxia Epidemica de Thomas Browne.14​

Esos estudios fueron seguidas por estudiosos sistemáticos como von Guericke, Cavendish,15​16​ Du Fay,17​ van Musschenbroek18​ (botella de Leyden) o bien William Watson.19​ Las observaciones sometidas a método científico empiezan a dar sus frutos con Galvani,20​ Volta,21​ Coulomb22​ y Franklin,23​ y, ya a inicios del siglo XIX, con Ampère,24​ Faraday25​ y Ohm. Los nombres de estos pioneros acabaron bautizando las unidades hoy empleadas en la medida de las distintas magnitudes del fenómeno. La entendimiento final de la electricidad se consiguió recién con su unificación con el magnetismo en un solo fenómeno electromagnético descrito por las ecuaciones de Maxwell (mil ochocientos sesenta y uno-1865).26​

Los desarrollos tecnológicos que produjeron la Primera Revolución Industrial no emplearon la electricidad. Su primera aplicación práctica generalizada fue el telégrafo eléctrico de Samuel Morse (mil ochocientos treinta y tres) —precedido por Gauss y Weber, 1822—, que revolucionó las telecomunicaciones.27​ La generación industrial de electricidad empezó partir del cuarto final del siglo XIX , cuando se extendió la iluminación eléctrica de las calles y de las viviendas. La creciente sucesión de aplicaciones así de energía hizo de la electricidad una de las primordiales fuerzas motrices de la Segunda Revolución Industrial.28​ Más que de grandes teóricos como lord Kelvin, fue el instante de grandes ingenieros e inventores, como Gramme,29​ Tesla, Sprague, Westinghouse,30​ von Siemens31​ Graham Bell,32​ y, sobre todo, Alva Edison y su revolucionaria manera de comprender la relación entre investigación científico-técnica y mercado capitalista, que transformó la innovación tecnológica en una actividad industrial.33​34​. Los consecutivos cambios de paradigma de la primera mitad del siglo veinte (relativista y cuántico) van a estudiar la función de la electricidad en una nueva dimensión: atómica y subatómica.

Multiplicador de tensión Cockcroft-Walton utilizado en un acelerador de partículas de mil novecientos treinta y siete, que alcanzaba un millón de voltios.

La electrificación no solo fue un proceso técnico, sino un verdadero cambio social de implicaciones excepcionales, comenzando por el iluminado y siguiendo por todo género de procesos industriales (motor eléctrico, metalurgia, refrigeración...) y de comunicaciones (telefonía, radio). Lenin, durante la Revolución bolchevique, definió el socialismo como la suma de la electrificación y el poder de los soviets,35​ pero fue sobre todo la sociedad de consumo que nació en los países capitalistas, la que dependió en mayor medida de la utilización doméstica de la electricidad en los electrodomésticos, y fue en estos países donde la retroalimentación entre ciencia, tecnología y sociedad desarrolló las complejas estructuras que permitieron los actuales sistemas de I+D y también I+D+I, en que la iniciativa pública y privada se interpenetran, y las figuras individuales se difuminan en los equipos de investigación.

La energía eléctrica es esencial para la sociedad de la información de la tercera revolución industrial que se viene generando desde la segunda mitad del siglo veinte (transistor, T.V., computación, robótica, internet...). Solamente puede comparársele en importancia la motorización dependiente del petróleo (que también es extensamente usado, como el resto comburentes fósiles, en la generación de electricidad). Los dos procesos exigieron cantidades cada vez mayores de energía, lo que está en el origen de la crisis energética y medioambiental y de la búsqueda de nuevas fuentes de energía, la mayoría con inmediata utilización eléctrica (energía nuclear y energías alternativas, dadas las restricciones de la tradicional hidroelectricidad). Los inconvenientes que tiene la electricidad para su almacenaje y transporte a grandes distancias, y para la autonomía de los aparatos móviles, son retos técnicos aún no resueltos de forma suficientemente eficaz.

El impacto cultural de lo que Marshall McLuhan denominó Edad de la Electricidad, que seguiría a la Edad de la Mecanización (por comparación a cómo la Edad de los Metales prosiguió a la Edad de Piedra), radica en la altísima velocidad de propagación de la radiación electromagnética (300 000 km/s) que hace que se perciba de forma prácticamente instantánea. Este hecho conlleva posibilidades ya antes inconcebibles, como la simultaneidad y la división de cada proceso en una secuencia. Se impuso un cambio cultural que procedía del enfoque en «segmentos especializados de atención» (la adopción de una perspectiva particular) y la idea de la «conciencia sensitiva instantánea de la totalidad», una atención al «campo total», un «sentido de la estructura total». Se hizo evidente y prevalente el sentido de «forma y función como una unidad», una «idea integral de la estructura y configuración». Estas nuevas concepciones mentales tuvieron gran impacto en todo tipo de campos científicos, educativos e incluso artísticos (por poner un ejemplo, el cubismo). En el campo de lo espacial y político, «la electricidad no centraliza, sino descentraliza... al paso que el ferrocarril requiere un espacio político uniforme, el avión y la radio dejan la mayor discontinuidad y diversidad en la organización espacial